viernes, 4 de mayo de 2012

Mi confrontación con la docencia.


Cuando aun cursaba la preparatoria, era común que mis padres continuamente preguntaran que iba a estudiar, desde un principio sabía que la computación era el campo con mayor oportunidad que se vislumbraba a futuro, así es que incursione en la carrera de ingeniería en sistemas computacionales,  estudiándola en el  Instituto Tecnológico del Istmo, la carrera duro 5 años, incluida la residencia o práctica profesional, la cual realice en la Refinería Antonio Dovali Jaime, en el puerto de Salina Cruz, Oaxaca, muy cercano a la población donde vivía.
Una vez concluida la carrera, tuve la oportunidad de hacer meritos para comenzar a trabajar mediante una “ficha” en la Refinería, claro había que hacer meritos, eso incluía estar trabajando sin paga alguna durante meses con la esperanza de ser el candidato elegido, situación que no me intereso, puesto que mi intención era desarrollarme en otros ámbitos, quería laborar en una gran ciudad, así que  me fui a trabajar a la ciudad de México, en un principio me parecía atractivo aunque sinceramente nunca termino por convencerme la vida citadina, eso duro casi dos años, laborando en el diseño y cotización de espacios amueblados para oficinas en una empresa  dedicada a la elaboración y ventas de muebles para oficinas. Posteriormente cuando me convencí que no era lo que quería desde el punto de vista personal y profesional, regrese a mi ciudad natal, donde labore por otro año más en puestos informáticos, hasta que se presento la oportunidad de la docencia en el Colegio de Estudios Científicos Y Tecnológicos del Estado de Oaxaca, situación que desde un principio acepte,  siendo sinceros, no me veía ante un grupo de jóvenes impartiéndoles clases, mas aun que me conocía a la perfección y no era una de esas personas que se le facilita las relaciones humanas. Pero bueno la oportunidad ahí estaba y no la desaprovecharía.
Comencé laborando en un plantel que se encuentra en la ciudad de Tehuantepec, Oaxaca el corazón del Istmo, mediante un contrato con duración de un semestre, eso fue casi 6 años atrás,  impartía las materias de informática y diseño grafico, mi primer encuentro con la docencia fue un tanto complicado, aturdido, nervioso,  debido a que me enfrente por primer vez ante un grupo de 40 alumnos en un aula pequeña, la cantidad de alumnos y el desconocimiento de los contenidos programáticos (no por el desconocimiento técnico de los temas, si no más bien por el desarrollo de los mismos), aunado a mi inexperiencia en el escenario, culminaron con un semestre realmente desastroso desde el punto de vista académico.
 Una vez concluido el semestre, se me otorgo un segundo contrato renovable, así que fui asignado a una comunidad muy cerca de la Ciudad de Huajuapan de León, Oaxaca. Al llegar me tope con un ambiente pueblerino, bastante tranquilo, las materias a impartir me eran más amenas, y los nervios, y la presión volvieron aparecer pero ya en menor grado, solo basto un par de meses para tener el dominio del escenario, más sin embargo sentía esa falta de estrategias, y herramientas que me permitieran explicarle todo lo que yo quería que ellos aprendieran, poco a poco me di cuenta que el ritmo que manejaba era muy rápido, había que manejar con mas lentitud cada unos de los temas, pero también tenia la presión del avance programático, opte por desarrollar la clase de una manera lenta y en ocasiones repetitiva, situación que empezó a incomodar a los alumnos hábiles de la clase, para lo cual argumente la solidaridad que había que tener con sus compañeros que no comprendían rápidamente,  el tiempo fue acomodando o mejor dicho moldeando mi estilo de enseñanza, porque no decirlo jamás termine con los contenidos programáticos, además de que  los últimos temas se encontraban realmente fuera de contexto con respecto a la realidad vivida en la comunidad. Recuerdo que la forma de evaluarlos era mediante la aplicación de exámenes escritos  al terminar cada parcial y un par de trabajos de investigación, la asistencia contaba con un porcentaje mínimo, al igual que la conducta observada, siempre esperaba ansioso los exámenes generales finales, elaborados por un academia que a la fecha desconozco los requisitos para conformarla, una vez que llegaban y se aplicaban, había que esperar una semana para ver los resultados, comento que esperaba ansioso porque de cierta forma tenia en mi mente la clara idea de que era un parámetro para ver mi desempeño ante el grupo, situación que terminaba por dejarme insatisfecho ante el promedio regular grupal.
Recapitulando, han pasado 6 años, desde aquel primer encuentro, y aun siento esa falta de estrategias para lograr que la mayoría de mis alumnos capten lo que quiero transmitir, a pesar de que he mejorado utilizando todo tipos de técnicas y herramientas adquiridas en el transcurso de estos años, he notado que los mecanismos tecnológicos se han involucrado como un factor más en el proceso de enseñanza-aprendizaje, afortunadamente algunas autoridades si se involucran, es el caso actual en el centro donde laboro, contamos con proyectores que vienen a ser una herramienta valiosísima a mi parecer, puesto que anteriormente al realizar diversas anotaciones en el pizarrón me llevaba casi mitad de la clase, situación que actualmente preparo con anticipación proyectando videos, practicas demostrativas o bien diapositivas con mapas conceptuales, o cuadros sinópticos, etc. Ahora la forma de evaluar transcurre durante toda la parcial mediante productos que van elaborando como evidencia de cada tema tratado, aunque en ocasiones considero que los alumnos se saturan de tantos productos puesto que cada docente en su área busca la forma de evidenciar su labor.
“La docencia es una de las profesión más complicadas que requiere de un tacto nato o vocación, además de requiere de ética, profesionalismo, humildad, sinceridad, solidaridad, comprensión, actualización, simpatía, destreza, persistencia”.
Actualmente aún me llegan correos de ex alumnos para salúdame y saber como estoy y en donde ando, eso reconforta mi labor. Mi familia también es un motivo de reconfortación si bien hay ocasiones en que las he dejado a un lado por atender preocupaciones propias de la docencia, se que ellas son pacientes y comprensibles, pues no hay nada mejor que llegar a casa y verle los ojos a mi niña sabiendo que he cumplido responsablemente con la labor desempeñada.
“Debe existir un parámetro para evaluar nuestro desempeño desde dos puntos de vista: uno en la parte humanista que enseña valores, y otra donde se certifique la parte del conocimiento y habilidades practicas enseñadas”.
Aterrizando en el centro actual donde laboro, unas de las preocupaciones que aquejan y en la cual coincidimos la mayor parte de docentes que conformamos la plantilla laboral, es el desinterés por los padres de familia, que si bien cubren la parte económica, se olvidan de la parte fundamental que es el seguimiento puntual y oportuno de la educación de sus hijos. Otro motivo mas de descontento es la apatía mostrada por algunos alumnos ante el estudio, originado principalmente por falta de ideales, situación que combato principalmente con la motivación de un porvenir mejor. La remuneración económica como descontento no es la excepción en este centro, pues alejados de todo servicio básico, considero no es bien recompensado. Aun así la función tiene que continuar cabal y puntualmente.  Hablar de la falta de factores técnicos, humanos y operacionales óptimos no es novedad en mi estado, pero creo eso es motivo de otro tipo de ensayo, en este caso trato de lograr el mayor provecho de cada uno de los factores disponibles.
Concluyo este texto reflexivo personal,  reafirmando mi compromiso con la docencia, a mantener la persistencia hasta lograr la mayor comprensión posible de los temas impartidos en mis clases, aceptando el rol de docente-estudiante en cursos de actualización tanto pedagógicamente como profesionalmente en el área en que me desempeño, a mantener el lado humano enseñando buenos valores morales, cívicos, como el respeto a personas mayores, respeto a nuestro símbolos patrios, respeto a lo ajeno, el saludo cordial, el buen comportamiento, el agradecimiento, el respeto al solicitar las cosas, y ¡porque no! valores religiosos, como la fe personal, y en Cristo, claro sin llegar a perder lo laico de la educación. Por supuesto manteniendo siempre el puente de la comunicación directa docente-alumno, alumno-docente. Y motivando e incitando a la superación personal de cada uno de los alumnos a mi cargo. Claro esta sin esperar mayor retribución que la de la satisfacción personal y el respeto ganado en el aula.

       Jorge Toledo Mecott
Grupo 427

3 comentarios:

  1. Hola maestro Jorge:

    Te felicito sinceramente por tú blog, te quedó muy atractivo, ¡Felicidades!

    Saludos

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  2. hola compañero te quedo bien tu blog y sobre todo que ves esta area que es de informatica, apenas le voy agarrando a este asunto a parte a estado fallando el internet y aca en la casa no tengo linea telefonica una desventaja que tengo a la hora de realizar los trabajos. saludos desde quintana roo

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  3. Saludos Jorge. Realmente somos privilegiados al tener la oportunidad de trabajar con y para los jóvenes, por lo tanto, debemos de estar atentos a los intereses y necesidades de ellos. Teniendo presente que laboramos con individuos, es decir, que además de promover que generen aprendizajes cognitivos, procedimentales...estos aprendizajes deben desarrollarse en base a la práctica de los valores...para que generen aprendizajes integrales.

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